Viernes
Este es un testimonio que me han pedido en Baños de Bosque sobre nuestra estancia y en agradecimiento a su esfuerzo y dedicación los días que estuvimos con ellos he decidido describir con pelos y señales para que otros posibles huéspedes puedan entender mejor la experiencias
Nuestra aventura se inicia en Madrid al salir de nuestras respectivas oficinas Jose y yo a las 15, para no coger atascos en la N-V. Ponemos Espacio Poco2h en Google Maps y en 2 horas oyendo música clásica en el coche hemos llegado. La última parte del camino nos ha ayudado mucho a llegar, unas huellas azules pintadas sobre carteles blancos. Ha sido muy fácil seguir la huella para no perdernos.
Al llegar, nos han indicado donde dejar el coche y nos hemos dirigido por el bosque a un curioso huerto donde estaban los otros huéspedes tomando un té de bienvenida, al que nos hemos unido, mientras Luis nos explicaba con un plano en mano como llegar a nuestra habitación en el bosque y a nuestra cascada particular. Nos tocó Mozambique como poza y Maputo cómo suite. Y a continuación nos explicó una locución en qué consiste la experiencia desde un punto de vista científico y las bondades y ventajas de las fitoncidas y del micelio del bosque sobre el organismo. .
Poco después, acompañados por Patricia, nuestra guia en mindfulness de los sentidos comenzamos nuestro primer paseo por el bosque aprendiendo a fijar nuestros diferentes sentidos con la respiración como herramienta para desconectar de nuestros pensamientos y así poder centrar nuestra mente en el momento presente .Primero le tocó el turno al sentido del olfato, el cual trabajamos inhalando los aromas de las plantas del bosque .Inhalaciones que me ayudaron a despejar los restos del catarro que arrastraba .
Después debajo de un alcornoque y con unas increíbles vistas del bosque, hicimos varios ejercicios de Chikung con el resto del grupo para aprender a centrar la vista en el bosque y sus fractales. Yo me enganche con una piña que andaba por allí y me resultó fácil centrarme en sus formas y aberturas, percatandome de la potencia de los fractales en la naturaleza
Había perdido el sentido del tiempo, enfrascada con mi piña, cuando percibí que el grupo formado por las otras 4 parejas y la guía se movían. Nuestro destino fue una increíble cascada que al parecer denominan Japón( y que luego me enteré le había tocado a otra pareja, para disfrutar de ella en privado). El sitio es increíble. Mucho más especial que en las fotos que hay en la web y lo que más me llamó la atención es la fuerza del agua y como sonaba. Y allí sentados por parejas iniciamos el trabajo con la estimulación del sentido del tacto, aprendiendo a dar un masaje de cabeza a nuestra pareja. La verdad es que nunca lo habíamos practicado y ahora Jose me pide que repita en casa cada dos por tres.
Al terminar la parte de los masajes que creo duró unos 30 minutos, nos desplazamos a Bhutan. En esta cascada hay además una cueva que sirve para potenciar los sonidos del agua y allí nos quedamos trabajando el sentido del oído guiados por Patricia. Fue increíble la variedad de sonidos distintos que consigues atrapar si te concentras en escuchar los movimientos del río
Seguimos el paseo de vuelta al huerto, donde al parecer nos esperaba la cena y por el camino vimos una señal que decía “Maputo”, nuestra suite vegetal. Patricia nos dijo que siguiéramos la senda y que luego volveríamos por el mismo camino. Expectantes andamos un rato por el bosque para llegar a un espacio magico en el que debajo de unos alcornoques habia colgadas 2 hamacas y a su lado una pequeña mesa ( que previamente nos habian indicado era util para describir en negro sobre blanco nuestra experiencia). Un poco más alejada entre la vegetación descubrimos el cubo-ducha y un grifo semiescondido en la vegetación, dentro de una rama de alcornoque hueca. Ducha con unas vistas impresionantes del bosque. Y más allá un poco descubrimos un WC seco, rodeado de alpacas de paja y un techo de brezo .que luego ( dada nuestra inexperiencia con estos artilugios) descubrimos que en caso de uso se cubrían los restos con serrín para evitar los olores.
Nos fuimos a cenar y nos encontramos con que Maria había dispuesto una mesa alargada con mantel blanco junto al huerto, debajo de un techo de brezo y en un lateral había una mesa de donde escogimos la cena, elaborada con diferentes productos del huerto y a los que queríamos nos serviamos perdiz escabechada junto con el resto de ingredientes.. Una vez sentados nos indicaron que era mejor ponerse un antifaz para practicar la sesión dedicada al sentido del gusto sin utilizar la vista, para estimular las papilas gustativas, mientras practicábamos técnicas de slow food .
Una cálida voz grabada nos dio la bienvenida a la sesión de alimentación consciente y a oscuras con una cuchara de porcelana empezamos a introducirnos lentamente las viandas. Cada minuto sonaba un gong y nos introducimos al siguiente bocado. Fue una experiencia muy especial y que hemos intentado seguir en casa, manteniendo cada trago en la boca durante un minuto y efectivamente te sientes mucho más saciado con menores cantidades de comida.
Después de la cena nos despedimos del bosque expectantes con las experiencias que nos esperaban los dos días siguientes. Recuerdo que antes de empezar Patricia nos había dicho que aprovechamos la sesión inicial de mindfulness de los sentidos para poner en práctica los conocimientos adquiridos durante el resto de nuestra estancia y en otros bosques en el futuro. Y que bien que lo hice.
Nos fuimos al hotel a dormir sobre las 10, después de tomar un postre elaborado con frutos del bosque, unos vasos de vino y quesos de cabra ahumados y con pimentón, ya sin antifaz mientras departiamo con el resto de comensales sobre las diferentes experiencias
Dormimos en la cabaña que habíamos reservado en el Hotel El Paso de las Cigüeñas en un entorno soberbio al lado de la Garganta de Santa Maria, que pudimos disfrutar mas bien poco ya que al día siguiente nos esperaban a las 09.00 para hacer yoga en el Espacio Poco2h .
Sábado
Por la mañana, nos levantamos y fuimos a desayunar al huerto que nos contaron tenia forma de elipse en honor las técnicas de Permacultura con las que había sido diseñado . Nos esperaba un café y un té, como habíamos pedido previamente, además de fruta, tostadas,mantequilla , mermelada, pan con tomate y fruta. ¡Mucha fruta!
Jose decidió, después de desayunar irse a la suite con su libro y yo me fui a hacer Yoga y quedamos que al acabar le buscaría para ir a nuestra cascada. Recogí nuestro picnic, que me dieron en una cómoda mochila y después recogí a Jose. Nos había tocado Mozambique, poza que no habíamos visitado la tarde anterior, por lo que sentíamos gran curiosidad. Así que le convenci a Jose para que se bajara de la hamaca donde me contó se había quedado traspuesto escuchando los pájaros de alrededor.
Cuando vimos nuestro salto de agua la realidad superó todas nuestras expectativas. No hay palabras para describir la belleza del agua cayendo torrencialmente y la paz de los remansos en los que nos bañamos. Nos bebimos unas cervezas frías que había en la mochila, y empezamos a dar cuenta de un suculento picnic elaborado con unos sándwiches muy especiales,de pan de fibra de sésamo , con aguacate y salmón, unos, otros con humus y espinacas bañados en pimentón, otros con humus y zanahoria y otros con humus y remolacha . Y de postre dátiles y pasas. Intentamos poner en práctica los consejos aprendidos la noche anterior sobre alimentación consciente, pero lo conseguimos a medias, aunque los arrullos del agua ayudaban mucho.
Cuando acabamos de comer, decidimos irnos a dormir la siesta las hamacas en Maputo, nuestra suite, donde nos dimos una ducha con unas vistas increíbles y Jose utilizó el primer Wc seco de su vida, protegido por alpacas de heno y un techo de brezo en el que utilizó serrín para tapar sus restos y el lavabo que le esperaba la salida, con el grifo camuflado en un tronco de alcornoque.
Cuando me levanté de la siesta empecé a escribir en una muy especial mesa de madera elaborada a partir de un árbol del entorno el diario de mi experiencia en el que recogí además de los hechos que os estoy contando, tal y como me pidio la organización, las sensaciones que se iban acumulando en mi cerebro, para que no se quedase nada en el tintero.
A las 4 bajé al taller de setas, en el que aprendí a cultivar setas en casa en una caja de cartón, además de entender las propiedades del micelio que se extiende bajo nuestros pies en el bosque y como y porque salen de este las setas. Jose en cambio optó por hacer barranquismo con otros huéspedes que querían experimentar la bajada del Arbillas, guiados por un experto. Cuenta que también fue toda una experiencia saltar por las pozas, incluida la cascada que preside nuestra poza, Mozambique
Al acabar el taller de setas, me quedé un rato en él huerto charlando con MAria la cocinera que me contó los secretos de su cocina, que a pesar de que se acompaña de algunas piezas de carne y huevos para los no veganos, está inspirada en la cocina viva o crudivegana, que intenta mantener todos los nutrientes al elaborar los alimentos sin fuentes de calor y en caso de hacerlo, siempre a menos de 42º ……….
En la cena que tuvo lugar después de que recogí a Jose en nuestra suite vegetal, pude comprobar lo que me había comentado a través de las diferentes recetas elaboradas diferentes tipos de setas con las que nos deleitaron en una cena singular, durante la que nos recordaron practicásemos las técnicas de alimentación consciente que habíamos aprendido el día anterior.
Al terminar de cenar, comenzó la propia cúpula de robles que nos albergaba a interpretar una melodía muy suya, extraída mediante un sintetizador que transforma las ondas captadas de sus raíces y hojas en música, que una cantante local, Tao Bekasi, utiliza para interpretar con su maravillosa voz ,una jam session muy especial, con la que consigues entender mejor a todos los seres vegetales del bosque. Fue impresionante como profundizamos en el bosque con la voz de Tao , con los robles de orquesta, en el bosque
Nos fuimos a dormir al hotel, después de habernos tomado unos vaso de vino y departir con el resto de comensales sobre los cambios que estábamos sintiendo a lo largo de la experiencia.
Domingo
A la mañana siguiente, escogimos nuestros propios tomates del huerto, para desayunar y repetimos el programa de sesión de yoga, sesión de mindfulness de los sentidos en nuestra suite y en nuestra poza, con un picnic con bebidas frías que nos trajeron. Y después de la siesta nos apuntamos los 2 a un taller de plantas medicinales del bosque con una auténtica experta en la materia. Ana Puyal nos contó los secretos de las plantas del bosque y sus propiedades y cómo preparaba una esencia de baños de bosque, cuyo objetivo es que la gente pueda inhalar y sentir los aromas de las fitoncidas del bosque en entornos urbanos, para que a través del olfato recordemos y podamos reinterpretar toda la experiencia del fin de semana. ¡Nos llevamos 2 botes!
Nunca pensé que el anuncio que había visto en Instagram sobre Baños de Bosque en Gredos, me fuera a deparar tantas satisfacciones y sobre todo que despertara mi mente como lo ha hecho para percibir la naturaleza de una forma mucho más intensa. Ahora cada vez que paseo por El Retiro, contemplo los árboles de otra manera, inhalo sus fitoncidas e intento conectarme con el micelio debajo de mis pies, a la vez que inhalo mi bote con rolón de fitoncidas y mi mente me lleva de nuevo a Mozambique, mi particular cascada en el Río Arbilla. Y después de mis baños de bosque, me estoy haciendo activista colaborando con World Wilde Fund para contribuir a mejorar la salud del planeta.